Pongámonos en situación. Nos encontramos a principios de los años 60 del pasado siglo, el programa espacial Mercury, el primer programa espacial tripulado de los Estados Unidos, se encuentra en pleno apogeo logrando un éxito tras otro, pero no es suficiente. Los soviéticos van por delante, han conseguido poner el primer satélite en el espacio, el Sputnik 1, y el primer ser humano en orbitar la Tierra va a ser un ciudadano soviético, Yuri Gagarin, a bordo de la Vostok 1 el 12 de abril de 1961. Este último acontecimiento no les hace ninguna gracia a los estadounidenses que ven como la Unión Soviética se está haciendo con el control del espacio. Así, el 25 de mayo de 1961, poco más de un mes después de que Gagarin alcanzase el espacio, el presidente de los Estados Unidos, J.F. Kennedy, se echa un órdago y anuncia la intención de su país de llevar a un hombre a la Luna y posteriormente traerlo de vuelta antes del final de la década. Hay que dejar constancia de que en la fecha del discurso del señor Kennedy, los Estados Unidos no habían conseguido igualar aún la hazaña soviética, ni lo harían hasta casi un año después, 20 de febrero de 1962. Esto trastoca los planes iniciales del programa Apolo que pasa de tener como objetivo el sobrevuelo tripulado de la Luna a fin de encontrar una región adecuada para un posible alunizaje futuro, a tener que dejar una persona en la superficie de nuestro satélite y ser capaz de traerla de vuelta a la Tierra. Y en estas aguas bravas nace el 3 de enero de 1962 el programa Gemini como un banco de pruebas de equipos, procedimientos y maniobras que serían usados en las misiones Apolo. Con la vista puesta en la duración que tendrían las misiones lunares, una de las grandes metas del programa Gemini era aumentar la permanencia de los astronautas en el espacio desde las pocas horas de las misiones Mercury hasta las dos semanas. Y es aquí donde entran en juego las pilas de combustible.
Archivo por meses: septiembre 2016
Acciones para la creación de una infraestructura de distribución de hidrógeno en España
Han sido varias las ocasiones en las que desde este blog he enfatizado la carencia de un plan nacional para el fomento de los vehículos propulsados mediante pilas de combustible en nuestro país. También he incidido en la necesaria puesta en marcha por parte del Gobierno de un plan estratégico, como los existentes en muchos de los países europeos, para la creación de una infraestructura de distribución de hidrógeno que permita atraer a los fabricantes de estos nuevos vehículos. Prácticamente nada ha cambiado por parte del Gobierno central. Sin embargo, hay una serie de actores del panorama del hidrógeno y pilas de combustible, ajenos a él, que no cejan en su empeño y tratan de llevar a cabo acciones que conduzcan al despliegue de la necesaria infraestructura. Dentro de estas acciones hay tanto proyectos tecnológicos como acuerdos entre diferentes actores o actividades para la divulgación de los avances en el sector.
IKEA y las pilas de combustible
Nunca, jamás en mi vida, he pisado un IKEA así es que podéis suponer que mi casa se compone de cuatro muros blancos sin mucha decoración. Tengo tabiques de milagro, porque venían con el piso. También os digo que me alegro de no haber sufrido eso de saber cuando entras en un IKEA, pero no cuando vas a salir, si es que lo consigues. Pero no he venido a hablar ni de mi piso ni de su decoración. Parafraseando a Francisco Umbral “yo he venido aquí a hablar de” IKEA (no tengo libro propio… todavía). ¿De muebles y accesorios? No, de IKEA. ¿Y qué tiene que ver IKEA, una gran cadena de muebles y decoración, con las pilas de combustible, tema central de este blog? Pues como podréis sospechar, algo hay ahí, sino no traería el tema.